En esta lengua, uno de esos hombres que se han iluminado a lo largo de estos últimos cientos de años, le habló al Padre, al Universo, a la Fuente, al Uno (como quieras llamarlo). Lo hizo la misma noche que fue capturado para su posterior crucifixión.
Aprendamos a amar al Padre por encima de toda dificultad, como el maestro Jeshua hizo aún sabiendo la proximidad de su muerte física.
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